Como parte de los trabajos de remodelación y ampliación del cabaret emprendidos a finales de los años 40 y principios de los 50 por el entonces joven arquitecto cubano Max Borges Recio, figuraba la construcción de un salón techado, pero que respetara siempre el entorno natural y se integrara al mismo.
El resultado fue el Salón Arcos de Cristal, milagro de la arquitectura moderna cubana que supera toda fantasía y considerado por profesionales de renombre como el arquitecto argentino Roberto Segre, como el ejemplo más logrado en la arquitectura de los años 50 en lo referente a la utilización de la naturaleza tropical dentro del contexto arquitectónico.
Y es cierto. A través de sus arcos de cristal, que recrean el efecto que se obtiene bajo la bóveda celeste en pleno campo, el visitante podrá admirar la exuberante vegetación de sus jardines tropicales, prodigiosamente iluminados, que invaden a su vez el interior, poco alumbrado, a través de cristales transparentes que cubren los espacios resultantes de la intersección de uno y otro arco. El lujoso confort de su atmósfera, su fastuosa decoración y el ambiente distinguido y continental que allí reinan le asegurarán una noche encantadora.